lunes, 17 de diciembre de 2018

Peñaranda se erige como ‘El pueblo más bello de Castilla y León’.

El municipio ribereño triunfa en el concurso de RTVCyL en la categoría de hasta 1.000 habitantes.

Peñaranda de Duero es ‘El pueblo más bello de Castilla y León 2018’ de entre los que poseen un censo igual o inferior a 1.000 habitantes. Así lo determinó ayer Castilla y León Televisión, que también premió a Villalón de Campos (Valladolid) en el apartado de entre un millar y 10.000 vecinos. La entrega de galardones tuvo lugar ayer en el Auditorio Feria de Valladolid. Allí, precisamente, los ganadores supieron que han recibido más de 20.000 votos por parte de los espectadores de la cadena autonómica. Al concurso de este año se presentaron, nada más y nada menos, que 113 pueblos.
Entre los nueve municipios finalistas en cada categoría, Peñaranda de Duero se llevó al público de calle con el 31,68% de los votos, mientras que Villalón obtuvo un 23,21%. Cabe recordar que la fase final de las votaciones para el concurso, en la web www.elpueblomásbello.es, se inició el pasado 26 de septiembre.
Junto con Peñaranda de Duero los pueblos que competían por el premio final en la categoría de hasta 1.000 habitantes eran Brañosera (Palencia), Fuentidueña (Segovia), Molinaseca (León), Montemayor del Río (Salamanca), San Bartolomé de Pinares (Ávila), Trigueros del Valle (Valladolid), Ventosa de San Pedro (Soria) y Villardeciervos (Zamora).
Junto a Villalón de Campos lucharon por ser ‘El pueblo más bello de Castilla y León 2018, en la modalidad de entre 1.000 y 10.000 habitantes, Almazán (Soria), Cacabelos (León), Cuéllar (Segovia), El Barco de Ávila (Ávila), Fermoselle (Zamora), Ledesma (Salamanca), Paredes de Nava (Palencia) y Villadiego.
A la gala, a la que asistieron, 600 invitados, acudieron representantes del ámbito institucional de los distintos municipios. Presentada por Miriam García y Javier Mardones, con Cristina Gómez tomando al pulso a los ánimos de los 18 pueblos finalistas desde el patio de butacas, ha contado con la actuación del Coro Góspel Good News.
Los alcaldes de los pueblos ganadores en 2017, Salduero (Soria) y Villafranca del Bierzo (León), se sumaron a la ceremonia cediendo el testigo a los municipios ganadores de este año destacando lo beneficioso que resulta un galardón que les ha dado más visibilidad, reconocimiento y prestigio.
A través de esta iniciativa, que tendrá continuidad en una tercera edición, RTVCyL busca el pueblo más bello de la región por su patrimonio, el cuidado de sus calles, fachadas y ornamentos, con el objetivo de difundir el conocimiento y los valores socioculturales del medio rural.

martes, 11 de diciembre de 2018

Un menú para "dar la campanada".

Con el programa Aquí la Tierra de RTVE disfruta de la gastronomía en el restaurante de El Lagar de Isilla en La Vid (Burgos). 


viernes, 7 de diciembre de 2018

Una religiosa de Santa Cruz de la Salceda (Burgos), nueva beata.

La religiosa burgalesa Caridad Álvarez, asesinada en Argel en 1994, beatificada el 8 de diciembre de 2018.

La misionera, nacida en Santa Cruz de la Salceda, fue abatida a tiros junto a otra hermana agustina misionera, Esther Paniagua, cuando acudía a misa en Argel.
Dos agustinas misioneras españolas, una de ellas burgalesa y la otra leonesa, serán beatificadas el próximo sábado en la Basílica de Santa Cruz de Orán junto con otros 17 mártires asesinados en Argelia entre 1994 y 1996, entre ellos el que fuera obispo de dicha diócesis, Pierre Claverie. Se trata de Caridad Álvarez Martín, natural de Santa Cruz de la Salceda, y Esther Paniagua Alonso, de Izagre (León),  que fueron abatidas a tiros en 1994 cuando se dirigían a misa.

La oleada de violencia que se desató en los 90 en Argelia, y que afectó principalmente a los religiosos misioneros, fue tan extrema que el obispo de Argel, Henri Teissier, recomendó a las comunidades religiosas que se plantearan su marcha. La hermana María Jesús Rodríguez, entonces superiora provincial de las Agustinas Misioneras, viajó hasta Argel para discernir con la comunidad sobre su futuro. Tras unos días de reflexión, las tres integrantes de la comunidad decidieron libremente continuar en Argelia «por fidelidad al Evangelio, por amor al pueblo argelino que les había acogido, porque ellas estaban compartiendo fe y vida con ese pueblo y no querían huir sino correr su misma suerte», según explica la religiosa, que vivió directamente el martirio de Caridad y Esther.

La propia hermana María Jesús vivió directamente el martirio de Caridad y Esther. En la tarde del 23 de octubre acudieron a misa a la capilla de las Hermanitas de Foucauld, a pocos metros de la casa de las Agustinas Misioneras. El trayecto lo hicieron en parejas, tal como les había recomendado la embajada. Por delante salieron Caridad y Esther y tras ellas la superiora provincial y Lourdes, la tercera hermana de la comunidad. «Caridad y Esther torcieron la calle y las perdimos de vista. En ese momento sonaron dos disparos. Instantes después la gente comenzó a correr y una señora nos metió en su casa. Oímos llorar y supimos que un cristiano había muerto. Subimos al tejado de la casa, desde donde se veía la capilla de las Hermanas de Foucauld y vimos los cuerpos de Cari y Esther tirados en el suelo», relata.

Caridad, más conocida como Cari, nació en el pueblo burgalés de Santa Cruz de la Salceda el 9 de mayo de 1933 y era la penúltima de doce hijos. Ingresó en la congregación de las Agustinas Misioneras en el año 1955 e hizo su profesión temporal el 26 de abril de 1957. Pronto fue destinada a Argelia. Emitió los votos perpetuos el 3 de mayo de 1960. Su delicada salud le hizo retornar a España un tiempo, pero una vez recuperada regresó al país africano, donde se dedicó a la acogida de todos los que llegaban a la casa, tenía a punto todo cuando las hermanas regresaban del trabajo, dedicaba parte de su tiempo a atender a los niños que iban a estudiar a la casa y por las tardes preparaba un té que servía a un grupo de ancianos cristianos y musulmanes que acudían al hogar del anciano, según cuentan sus compañeras.

La religiosa se sabía amenazada de muerte, pero con una firme vocación, y enamorada de la misión, no dudó un instante en permanecer al lado del pueblo que le había acogido y al que amaba profundamente: «Estoy abierta y obediente a lo que Dios quiera de mí, y a lo que vean mis superiores». «María estuvo abierta al querer de Dios, quizá le costó. Deseo estar en esa actitud frente a Dios en los momentos actuales». Sus palabras, llenas de lucidez e intuición, revelan su honda vivencia espiritual.
Fuente: Archiburgos. Más info

domingo, 2 de diciembre de 2018

Descansar en el monasterio de La Vid: «Una terapia infalible»

El presentador Quico Taronjí es uno de tantos que se retiran al monasterio de La Vid para preparar sus programas o escribir sus libros. Muchos van a las hospederías en busca de un viaje interior.

Quico Taronjí es un rostro popular en la televisión. Periodista, pero también capitán de barco y un gran aventurero, ha protagonizado programas como Capitán Q (con ese apodo le conocen muchos telespectadores) y actualmente conduce cada domingo el espacio Aquí la Tierra, en TVE.  [aquí, su página web]. Lo que no es tan conocido es que varios de sus proyectos laborales y de navegación han madurado en sus sucesivas estancias en el monasterio ribereño de La Vid.

Su primer contacto con el monasterio fue cuando tenía 6 o 7 años: acudía con los Agustinos de su Santander natal a campamentos de verano. Muchos años después, durante uno de sus continuos trayectos entre Madrid y Cantabria, a la altura de Aranda vio el desvío, le vino a la cabeza el lugar y decidió acercarse hasta el cenobio. «Era ya de noche, estaba todo apagado, pero el cielo estaba muy estrellado, era impresionante. Un monje paseaba por allí y entablé conversación con él. Me comentó que tenían hospedería y que eran muchos los que se alojaban para rematar su máster de fin de carrera, para aislarse del exterior, trabajar en algún proyecto…»

«Ya en Madrid sentí que necesitaba alejarme de aquella vida vertiginosa, necesitaba campo, contacto con la naturaleza, mirar hacia dentro», recuerda. Y se aventuró a pasar una semana o diez días en La Vid, para dar forma a un proyecto de navegación que se traía entre manos: sabía que la disciplina del monasterio le iba a ser de gran ayuda. «¡Qué bien se aprovecha allí el día! Me levantaba a las 7, salía a correr por la ribera del río, ducha, desayuno y a las 10 ya estaba trabajando. Como se come prontito, a las 2, a las 3 y media ya estaba otra vez estudiando en mi habitación, hasta las 9, la hora de la cena».

Después de aquella experiencia vinieron otras muchas (unas siete u ocho). Su relación con los monjes era muy estrecha, y en su segunda estancia, Quico, que no solo es un gran amante de la naturaleza, también lo es de la historia y del arte, pidió un libro sobre el monasterio. Tanto se empapó, que incluso hizo de guía a algún grupo de turistas, se buscó un cámara para grabar un DVD sobre la visita a La Vid y se lo regaló a los religiosos, para su venta al público.

«Monólogo interior»

También participaba en la eucaristía y en algunos oficios religiosos y recuerda especialmente una Semana Santa, en la que él fue el encargado de leer las reflexiones en cada una de las estaciones del Via Crucis. Pero los momentos más intensos para él «desde el punto de vista metafísico» fueron sus visitas a la capilla a horas intempestivas, a las 12:30, la 1 de la mañana, incluso más tarde. Le impresionaba la belleza del recinto, puro gótico, y especialmente la profunda mirada de la Virgen de la Vid. En esos ratos establecía un «monólogo interior, y a veces no tan interior, reflexionaba en voz alta, en esa soledad llegué a experimentar momentos de conexión muy importantes», asegura.

El monasterio de La Vid ya está indefectiblemente unido a la vida de Quico. Allí escribió las últimas páginas de Aislado, un libro en el que narra su intento de  llegar desde Algeciras a Estambul en solitario, a bordo de un trimarán, y que terminó en naufragio en las costas de Túnez. El periodista vio la muerte muy de cerca, tanto en el trayecto como en el desenlace final, otra experiencia muy fuerte de la presencia divina. «Es curioso: en el monasterio, en el claustro, en la capilla, se experimenta de otra manera. En La Vid yo miraba hacia arriba, buscaba a Dios arriba… En el barco, sentía constantemente una presencia a mi lado, velando por mí, y en los momentos más duros, los del naufragio, de una manera mucho más exagerada».

Quico, que reconoce que una sola vez se ha refugiado en el recogimiento del monasterio «por el puro placer de desconectar, de reflexionar», asegura que volverá a hacerlo (está barajando buscar otro alternativo mientras duren las obras en La Vid, que mantiene temporalmente la hospedería cerrada), y les ha recomendado a muchas personas de su entorno vivir la experiencia: «Es una terapia infalible», asegura.
Fuente: Archiburgos. 

jueves, 22 de noviembre de 2018

Una nueva visión del Himno de Aranda.

Interpretado por la banda arandina Maldito Reloj. Original compuesto por la letra de D. Juan Abad Barrasús y música de D. Luis Arámburu. Grabación y mezcla de la canción por Laboratorio mágicoMastering por Oscar Herrador GonzalezGrabación de videoclip por Producciones elit studio.
Ya disponible para su escucha en plataformas como Spotify, Itunes, Amazon Music, YouTube Music o Google Play.

domingo, 18 de noviembre de 2018

Casi 8.000 personas se manifiestan en Aranda reivindicando una sanidad de calidad.

La cita convocada por las asociaciones de vecinos, denuncia las carencias de especialistas, médicos rurales y pediatras.

Bajo el lema 'Por una sanidad de calidad. ¡Especialistas ya!', casi 8.000 personas se han manifestado hoy en Aranda para reivindicar a la Junta de Castilla y León mejoras en la atención asistencial de la comarca de la Ribera del Duero. La carencia de especialistas en el hospital de los Santos Reyes, la falta de pediatras en los centros de Atención Primaria y la ausencia de médicos de familias en el medio rural han centrado las reivindicaciones en Aranda. También se ha aludido a la menor dotación presupuestaria del Santos Reyes respecto otros hospitales de características similares.
La marcha, convocada por las asociaciones de vecinos, ha partido de la Plaza Mayor para trasladarse por las calles del centro de Aranda hasta llegar al punto de partida, donde se ha procedido a la lectura de un manifiesto. En el comunicado se ha acusado a la dirección del hospital de los Santos Reyes de faltar a la verdad al cifrar las carencias de especialistas. «Dicen que son entre ocho y diez las carencias, pero la realidad es que faltan cardiólogos, digestivo, dermatólogos, oftalmólogos, pediatras, cirujanos, radiólogos, ginecólogos, médicos de urgencias, geriatras, otorrinos… ¿De qué nos están hablando?», mantiene el manifiesto.
El centro hospitalario cuenta con un total de 65.000 cartillas y «soporta desde hace años un menor número de trabajadores que hospitales de su misma categoría, de tal forma que su plantilla aguanta una carga altísima de trabajo produciéndose una saturación del personal». Por ello, se reivindicó una equiparación del número de profesionales en las plantillas orgánicas de los centros hospitalarios en función del número de usuarios.
La sanidad rural ha sido otra de las quejas que se han escuchado, debido a la falta de médicos de familia y enfermeras en los más de 70 pueblos que conforman la comarca, pertenecientes a las provincias de Burgos, Segovia y Soria. Asimismo, se ha incidido en la ausencia de pediatras en los centros Atención Primaria en Aranda.
El manifiesto se ha referido también al presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera y al consejero de Sanidad, Antonio Sáez por «estar cruzados de brazos, con una falta de previsión y responsabilidad absoluta». En este sentido, han acusado al gobierno regional de olvidar a las zonas rurales y a los hospitales comarcales. «Estamos hartos, es vergonzoso que se rían de nosotros», han lamentado. Los convocantes, además, han tenido un momento de crítica contra el Ayuntamiento de Aranda, quien no ha facilitado el enganche de luz para la lectura del manifiesto. Algo que llevo a un enfrentamiento con la alcaldesa, Raquel González, presente en el acto, quien ha afirmado desconocer esa petición.
Fuente: Burgos conecta. Susana Gutiérrez.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Aranda de Duero, una escapada a la cuna del lechazo.

Una guía, muy guía, para perezosos que solo quieren leer (y de un vistazo) aquello que les interesa de este destino en la Ruta del Vino Ribera del Duero.

Es la primera ciudad que uno encuentra al dejar Madrid por la A1 rumbo al norte. Parada técnica entre la capital y el País VascoAranda de Duero lleva tiempo reivindicando que es más que eso, que hace años que se ganó el título de destino en sí mismo.
La bendita ‘culpa’ la tiene, en parte, el Sonorama, que cada mes de agosto la convierte en objetivo para todos los indies de España. Sin embargo, no solo de música vive el hombre, por muy hípster que sea, y Aranda, con su propuesta cultural, patrimonial, vinícola y gastronómica, ha sabido seguirle el ritmo a este festival en su camino por recuperar quién sabe si el esplendor y la vida de los que hacía gala cuando Isabel, la que sería reina de Castilla, paseaba por sus calles.
Y es que Aranda lleva atesorando historia desde finales del siglo X, cuando, aprovechando los frutos que la Reconquista iba dando en la Meseta, los primeros habitantes de esta ciudad se asentaron en una elevación del terreno junto a la desembocadura del río Bañuelos en el Duero.
Porque sí, mucho se escucha hablar del Duero a su paso por Aranda, pero poco se dice de los otros dos ríos que la bañan: el Bañuelos y el Arandilla, y cuyas riberas bien merecen un paseo. Prueba a resistirte al césped del Parque La Isla mientras escuchas cómo discurre el Arandilla.
Pero no pensemos todavía en el descanso. La visita a esta localidad burgalesa comienza cruzando el Puente Mayor para alcanzar el centro histórico de Aranda.Construido entre los siglos XII y XIII sobre el río Duero, nos lleva directos hasta una Plaza Mayor a la que merece la pena llegar a primera hora, cuando aparece vacía y con la vida empezando a asomar en sus soportales de amplias arcadas. Su bonito templete de hierro forjado y una forma irregular que favorece la salida de numerosas callejuelas son sus señas de identidad.
Esta ciudad no rima con instrucciones ni con obligaciones de guía turística. Aranda se descubre a paseos por su calle Isilla, desembocando en la mítica Plaza del Trigoque así, vacía, parece menos grande que cuando cientos de festivaleros la abarrotan. ¿Ves esa casa de color ocre? Su estructura representa tan a la perfección la arquitectura tradicional de la zona que fue reproducida en el Poble Espanyol de Barcelona.
Y suma y sigue, porque a pocos metros uno se encuentra con Santa María La Real y su imponente fachada gótica, donde puede contemplarse su mítico retablo en piedra.
Desde ahí, irremediablemente, el Barrio de San Juan llamará nuestra atención.Fíjate en las cornisas y en su decoración porque en ellas está la clave para encontrar la Casa de las Bolas, esa que las crónicas cuentan que en su día alojó a Isabel, años antes de convertirse en la Católica. En la actualidad, su arquitectura interior nada tiene que ver con la de finales del siglo XV y alberga la colección artística que Félix Cañada, vecino de Aranda durante su infancia, decidió donar a la ciudad.
Cerca encontramos la Iglesia de San Juan, una de las primeras construcciones que se levantó en lo que era la aldea de Aranda allá por el siglo X. De hecho, parte del edificio data de esa época. Concretamente la torre-campanario, que en su época cumplía con labores defensivas.
Actualmente es el Museo Sacro de la ciudad donde, entre otras, cosas se pueden ver las tablas de los que fueron los relieves originales de las puertas de la Iglesia de Santa María La Real.
Así, de calle en calle, el visitante se topa con la plaza del Rollo, en la que se encuentra el Rollo Jurisdiccional (de ahí su nombre), un prisma de piedra de cuatro lados que durante el siglo XV se utilizaba para aplicar públicamente las penas. En esta misma plaza, se encuentra también el Palacio de los Berdugo, del siglo XVI, en el que se aprecia la arquitectura civil del renacimiento castellano.
Y, si bien Aranda gusta en superficie, también lo hace bajo tierra. La ciudad cuenta con siete kilómetros de bodegas subterráneas que antiguamente se comunicaban entre sí para trasladar el vino. Su construcción, bajo las casas para elaborar y conservar el vino, se sitúa entre los siglos XII y XVII.
Pero todo esto, te lo explicará a la perfección Beatriz Hernando, del centro de recepción de visitantes Ribiértete. Ella guiará tu descenso hasta la bodega del siglo XIII que alberga el Museo del Vino Ribera del Duero.
Copa en mano y rodeado de imágenes y útiles antiguos, aprenderás sobre los aromas del vino, recorrerás su historia en esta región y aprenderás sobre su elaboración: cómo se vendimiaba la uva y se llevaba hasta el lagar para pisarla y que después arrancara la fermentación. Todo ello, no lo olvides, a unos 10 metros de profundidad y muy, muy cerca de Santa María La Real.
DÓNDE COMER
En la cuna del lechazo podría calificarse hasta de desaire no dar buena cuenta de un cuarto de asado en alguno de los muchos restaurantes que lo sirven. De lo bueno, lo mejor. Por eso, apuntamos maneras reservando mesa en el mítico Casa Florencio(Teléfono 947.50.02.30).
Ubicado en el número 14 de la céntrica calle Isilla, este asador de apariencia castellana, lleva 65 años sirviendo en platos de arcilla el cordero recién salido de su horno de leña. Lo riegan, como no podía ser de otra forma, con vinos de las bodegas de la Ribera del Duero y lo preceden de raciones que preparan el camino para lo que vendrá después: morcilla de Aranda, pimientos rojos asados o chorizo cocido.
Aquí se come contundente y se deja espacio, sí o sí, para el postre. Irse de Casa Florencio sin probar su hojaldre relleno de nata o crema sería casi tan grave como visitar Aranda y no tomar lechazo.
Más allá de este plato imprescindible, las propuestas de sus mesas exigen, como mínimo, tres altos más en la ciudad. El primero, El 51 del Sol. No podemos (ni queremos) ocultarlo: nos gusta la cocina de David Izquierdo.
Nos gusta #ElTerruño, un menú que va cambiando cada temporada, pero siempre manteniendo una apuesta decidida por la tierra y el respeto a nuestras raíces, esas que hablan de una época en la que las abuelas cocinaban con leña y pucheros. Y, de los trece pases de su propuesta, nos atrae especialmente el congrio estilo Aranda, aire de azafrán y patata de Burgos y el pichón del Esgueva. Por cierto, sus torreznos serán otro de los motivos que te obliguen a volver una y otra vez.
Nuestra segunda parada nos lleva hasta La Pícara Gastroteca, a los pies de la Iglesia de Santa María La Real. Allí, las veladas saben a hamburguesa de sepia con cebolla caramelizada, salsa de tinta de calamar y emulsión marina. También a carrilleras ibéricas con reducción de Ribera del Duero y nido de patata azul.
En La Pícara, las veladas tienen muchos (y todos muy buenos) sabores que se riegan con una amplia carta de vinos, donde encontramos, por ejemplo, un maravilloso Talaia Crianza 2012; y se coronan con dos postres entre los que no podríamos escoger: el cremoso de tres chocolates y el meloso de queso, galleta hilada y láminas de chocolate. ¿El dato a tener en cuenta? Adaptan todos sus platos para celíacos.
Sí, ya vas comprobando que en Aranda se come algo más que no sea lechazo. Y sino que se lo digan a La Raspa, un restaurante que lleva siete años proponiéndose que el Mediterráneo se saboree en esta ciudad burgalesa.
Los chipirones al wok sobre guiso de garbanzos y oreja te pueden dar una pista de por dónde van. Su arroz con bogavante es exquisito y el calamar al horno con mejillones, sepia y perejil con salsa francesa a base de mantequilla y vino blanco ya te está haciendo salivar. Espera a probarlo in situ.
LAS COPAS
Que la música ocupa un lugar destacado en el Café Central de Aranda de Duero es algo que uno intuye nada más entrar y se topa en las paredes con guitarras de artistas míticos enmarcadas y firmadas por quienes fueran sus dueños.
No en vano su gerente, Javier Ajenjo, es el fundador del Sonorama y algo sabe de programar buena música: los 21 años de experiencia que le da el festival y los 30 en este local que apuesta por los conciertos, dando una oportunidad a grupos y djs emergentes, pero también por fiestas temáticas, karaokes, monólogos o lo que vaya surgiendo. Y creedme si os digo, que esta vidilla cultural se agradece especialmente cuando el invierno cae en Castilla (calle Sal, 9).
La Traviesa se va a todas horas, en su versión cafetería y en su versión pub, y se va a estar como en casa, a sentirse cómodo y cuidado. Porque si hay algo que les define es precisamente eso, su capacidad por hacerte sentir a gusto, empezando por el trato recibido, siguiendo por su carta de combinados, continuando por la música y monólogos que programan y terminando por una decoración en la que todo tiene un por qué. Si no, pregunta de dónde le viene el nombre (Plaza Santa María, 3).
DÓNDE DORMIR
Si has visitado la ciudad, es probable que el edificio monumental de grandes ventanales ubicado en el número 1 de la calle San Francisco haya llamado tu atención. Es bonito, señorial y de un blanco que deslumbra cuando le da el sol.
Es entonces, cuando uno se imagina amaneciendo allí, en el Hotel Villa de Aranda, en una de sus camas, tan inmensas y cómodas que dan ganas de adueñarse del mítico "¡No nos moverán!" de Verano Azul en el momento del check out. Cuando el tiempo acompaña, su terraza es de esas que invita a perder la noción del tiempo entre copas.
Que Aranda se visita en un día es cierto. Y en medio o, incluso, en unas horas. Ahora, que yendo de rally se pierde la capacidad de descubrir sin prisas la ciudad y de relacionarte con su gente también es un hecho.
odo depende del tiempo que quieras, o puedas, invertir y, por supuesto, del tipo de escapada que te pida el cuerpo. Si eres de los que gustan de tachar compulsivamente destinos y experiencias de una wishlist infinita, te conviene tomar nota de las opciones que te brindan sus alrededores.
Sí, el enoturismo es un clásico al que te puedes encomendar en bodegas como Dehesa de los Canónigos, donde en sus catas desmitifican y te enseñan a perderle el miedo al vino; Comenge y sus clases de química vinícola para explicarte cómo en su proceso de elaboración se emplean levaduras propias y no compradas; o Ismael Arroyo, con sus 700 metros de bodega subterránea que aprovecharon para guardar el vino bajo tierra en vez de construir un edificio.
El aire puro y la ausencia de asfalto se hacen un hueco en el Parque Natural de las Hoces del Riaza, donde reside una de las mayores colonias de cría de buitre leonado de Europa que puede descubrirse siguiendo alguna de sus rutas de senderismo.
Lo rural, lo recoleto y lleno de encanto tienen su máximo exponente en conocidos pueblos como Peñafiel y su mítico castillo-barco o Peñaranda de Duero y su aire medieval.
Menos famosos, pero no por ello carentes del encanto de lo auténtico tan ausente en estos días, son las pequeñas localidades que rodean a Aranda. Con algunas de sus casas de adobe todavía en pie y luchando por mantenerse con vida y no sucumbir a la despoblación, pueblos como Campillo de Aranda, Adrada de Haza, La Sequera de Haza, Moradillo de Roa o Castrillo de la Vega suponen una desconexión acelerada de la realidad y una encantadora toma de contacto con una realidad para muchos desconocida.
Ojo, que estas excursiones no nos sometan al estrés visitador de las guías turísticas no significa que no haya nada que ver. ¿Sabías que en Hontangas se encuentra entre rocas la famosa virgen de la Cueva? Pues eso, que llueva, que llueva…
Fuente: Traveler. 

martes, 6 de noviembre de 2018

Semana Europea del Enoturismo 2018


Aquí tienes las actividades especialmente programadas para esta semana, además de la celebración de la Jornada de Enoturismo que tendrá lugar en Burgos el sábado 10 de noviembre de 2018.

jueves, 1 de noviembre de 2018

Ribera del Duero recoge la segunda mayor cosecha de su historia.

125 millones de kilos de uva recogidos.
En la campaña han participado 315 bodegas y se han recogido unos 5.300 kilos de uva por hectárea. 

Imagen de la vendimia / AGAPITO OJOSNEGROS/EL NORTE 
Burgos conecta. La Denominación de Origen Ribera del Duero ha dado por cerrada la vendimia de 2018 con prácticamente 125 millones de kilos de uva recogidos, lo que la sitúa como la segunda mayor cosecha de su historia, sólo superada por los 133 millones que se recolectaron en 2016.
El último dato facilitado por el Consejo Regulador ribereño establece que han entrado en las tolvas 124.717.752 kilos de uva, aunque esta cifra que aún puede variar ya que algunas bodegas han estado abiertas las últimas horas y están revisando sus datos, según han explicado a EFE fuentes del Consejo Regulador.
Los más de 124 millones de kilos recogidos este año superan los 122,3 que se recolectaron en la campaña de 2014 y es la tercera ocasión en la que se supera la mítica cifra de los cien millones de kilos.
La vendimia comenzó el pasado 17 de septiembre y se ha dado por terminada coincidiendo con la finalización del mes de octubre. En este proceso han participado 315 bodegas y 8.300 viticultores, que han recogido la uva de 23.200 hectáreas de viñedo, lo que arroja una media de algo más de 5.300 kilos por hectárea.
El momento de máxima actividad se ha registrado entre los días 7 y 15 de octubre, con un parón durante el 14, provocado por la lluvia. «Se ha cumplido lo que dice la tradición, que en el Pilar se generalice la vendimia. Aunque en los últimos años ha venido algo más adelantada», ha asegurado el jefe de los Servicios Técnicos del Consejo Regulador ribereño, Agustín Alonso.

Grandes vinos

Los vinos de esta añada muestran una gran carga de color, con un importante componente aromático, especialmente frutal. En boca da sensación de equilibrio y frescor, así como impresiones frutales, según consta en el primer informe técnico, provisional aún.
Asimismo, han apuntado a que harán las delicias tanto de los amantes de los vinos jóvenes y frescos, más ligeros, como de aquellos que prefieran los caldos de guarda de Ribera, «recordando en cierta medida las longevas cosechas del año pasado», ha añadido el jefe de los Servicios Técnicos del Consejo Regulador.
Con la vendimia se cierra una campaña que arrancó marcada por las fuertes heladas sufridas en 2017, seguidas por la peor sequía de su serie histórica. Tras un invierno frío, en el que se alcanzaron los 12 grados bajo cero, el desborre se produjo en las fechas habituales, en torno a finales de abril.
Sin embargo, la climatología cambió y se vivieron unos meses de mayo y junio con temperaturas más bajas de lo habitual, llegando a registrarse heladas los días 1 y 12 de mayo que afectaron a aquellas plantas situadas en lugares poco favorables para eludirlas.
Con la llegada del calor en junio y las suaves temperaturas de julio, unido a las abundantes reservas hídricas, las viñas continuaron su rápido desarrollo hasta llegar al momento de la recogida de la uva.
«Se puede decir que ha habido dos vendimias. Las plantas que tenían menos carga, las afectadas por las heladas y las de mayor edad, han madurado antes y se han podido recoger primero y luego ha habido que esperar a la perfecta maduración de las plantas con mayor producción«, ha explicado Alonso.
Respecto a enfermedades, finalmente no ha aparecido el mildiu y el oidio, solo en casos muy puntuales. Tampoco ha habido plagas de insectos y no se han registrado casos de botrytis durante la maduración por la práctica ausencia de lluvias.