Un lechazo asado acompañado de una torta de Aranda y de vino de la Ribera del Duero es una felicidad tan grande y un reclamo tan poderoso que muchos viajeros vienen a esta villa burgalesa, comen eso y se marchan sin hacer nada más. Ver a un tonelero en acción, huir de una escape-room medieval y visitar un museo de aromas son otros planes imprescindibles, sobre todo si se es vegetariano.