sábado, 13 de abril de 2013

Algunos beatos ribereños de Benedicto XVI


El Papa emérito Benedicto XVI elevó a los altares a un total de siete beatos nacidos en la comarca de Aranda de Duero y a un obispo, como Juan de Palafox (1600-1659), muy vinculado a esta tierra y que fue beatificado el 5 de junio de 2011. Así lo cuenta el artículo original en el Diario de Burgos.
El 28 de octubre de 2007 fueron beatificados varios mártires españoles del siglo XX. Entre ellos se encontraban seis religiosos nacidos en la Ribera del Duero que murieron en ese terrible año de 1936 y que la Iglesia ha considerado que cumplen todos los requisitos para ser considerados mártires: haber fallecido por muerte violenta "per odium fidei", no oponer resistencia y aceptar esta muerte por amor a Jesucristo.

El beato Gerardo Gil Leal, Agustino, nació en La Vid el 3 de octubre de 1871 y ese mismo día fue bautizado en el monasterio de su pueblo. Los agustinos de Valladolid habían devuelto el perdido esplendor del viejo monasterio premonstratense al haberlo ocupado en 1864 para fundar su colegio de misioneros de Filipinas. Este temprano bautizo fue preludio de una vinculación mucho más profunda cuando este niño entra en el noviciado de Valladolid, donde profesa en 1888. Fue ordenado sacerdote en 1896. Posteriormente curso los estudios de Derecho y se dedicó a la Enseñanza. Entre 1902 y 1933 impartió clases en el Colegio María Cristina. En 1933 pasa al Real Monasterio del Escorial, donde el 6 de agosto de 1936 es detenido junto con casi toda la comunidad. Tras ser sometido a una farsa de juicio fue fusilado en Paracuellos del Jarama el 30 de noviembre de 1936.

Una vida paralela tuvo el beato José Gutiérrez Arranz, Agustino, que también nació muy cerca del monasterio de La Vid, en Zuzones. Cursó estudios en el seminario del Burgo de Osma para profesar como agustino en Valladolid en 1903 y ser ordenado sacerdote en 1911. Ejerció la enseñanza en el monasterio ribereño de La Vid, en Santander, en Valencia de Don Juan (León) y en Uclés (Cuenca). En 1933 fue nombrado Superior de la comunidad de Uclés donde le sorprende el comienzo de la Guerra Civil. El 27 de julio de 1936 fue apresado, junto con otros sacerdotes y esa misma noche son trasladados en camionetas hacia una prisión. No llegarán a su destino ya que son fusilados a las pocas horas en Belinchón (Cuenca).
Para estos dos agustinos fue clave su lugar de nacimiento a la hora de orientar su vocación religiosa.

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