sábado, 4 de julio de 2015

El Monasterio

Periodista Digital (18/4/2014). Agalar
Para mí “el Monasterio” tiene un nombre: Santa María de la Vid. Está situado cerca de Aranda de Duero (ciudad de Burgos donde dentro de poco se establecerá un capítulo más de las “Edades del Hombre” en este caso con el título “Eucharistía”).
La historia del Monasterio se remonta a 1134 cuando en el Monte Sacro la Virgen recibió culto y fue visitada por peregrinos con la advocación de “Limpísima Concepción Madre de Dios”. Fueron, por tanto, los premostratenses que residían en estos lugares los primeros que defendieron en su escuela que María había sido “llena de gracia” desde su concepción. La abadía de Monte Sacro ha sido la primera casa y abadía dedicada en España a la virgen con este matiz. Cuando la abadía del Monte Sacro se trasladó a la margen izquierda del Duero con la advocación de Santa María de la Vid, el culto se mantuvo en Monte Sacro y luego se trasladó a la cueva del Vallejo. La primera imagen fue una sencilla imagen de madera. 
Santa María de la Vid

Se encarga en torno a esas fechas (1288) una imagen de Santa María de la Vid a los talleres de Santa Catalina que existían en la catedral de Burgos. La imagen es de piedra y de un solo bloque, gótica en estilo, magistral en su apariencia (ha sido considerada “la imagen más bella de todas la Españas”). La iglesia gótica ya dispuso de esta imagen desde 1381 y es en la última década del s. XVI cuando se hizo el nuevo retablo de línea napolitana y la hornacina donde hoy reposa y que se engalanó con espejos tal vez en 1719, algo único en España. Como dato curioso: durante la primera quincena de julio de las 8,35 horas a las 8,45 de la tarde, el rayo de sol que penetra por el ojo de buey de la espadaña ilumina la imagen de forma espectacular.
En 1865, los Agustinos Filipinos de Valladolid se hicieron cargo del Monasterio por decisión de la Reina Isabel II y el Obispo de Osma.

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