Yo soy la vid, y vosotros los sarmientos. Permaneced unidos a mí para que deis mucho fruto. (Jn 15).
Rincón de la Ribera donde arte y vides se dan la mano
Iglesia de Gumiel de Izán. ECB |
ElCorreodeBurgos.- La localidad ribereña de Gumiel de Izán puede presumir de tener no sólo numerosos vestigios monumentales que dan cuenta de un pasado glorioso, como son su monumental iglesia de Santa María, o los restos de su muralla, entre los que destaca una de sus cinco puertas, el Arco de Mesones, que ya sirvió siglos atrás de vía de entrada en la villa del camino real.
Sino que junto a ambos destacados elementos, también merecen algo más que un vistazo rápido el castillo o las ermitas de Santo Cristo de Reveche, de la Virgen del Río, de San Roque o de San Antonio, todas ellas pequeños testigos de encuentros y citas populares de lugareños y curiosos.
Acogedora condición de villa de paso de la que dan fe los miles de visitantes que año tras año disfrutan de este enclave bañado por las aguas del río Gromejón, y que da cobijo a una población que ronda los 700 vecinos.
Pasado romano
Gumiel de Izán cuenta también en su entorno con amplios campos de vides que vinculan su pasado a la omnipresente cultura romana, de la que se conservan en la villa los puentes de San Pedro y San Antonio, al formar parte de la antigua vía romana Clunia-Astúrica. Conocido amante desde siglos atrás del néctar de la uva -el pueblo romano-, éste ayudó a enraizar una consolidada tradición vitivinícola convertida en nuestros días en uno de los grandes reclamos a la hora de atraer a los más de 40.000 visitantes que cada año acuden a la localidad, conjunto histórico artístico desde 1965.
Propuesta gastro-turística que encuentra en el presente un novedoso y moderno punto central como es el extraordinario ‘recipiente’ ideado por el arquitecto Norma Foster para albergar los vinos elaborados en la Bodega Portia.
Conocedores de este rico patrimonio, los lugareños -conocidos como gumelienses-, no dudan en hacer de sus monumentos y sus vinos un todo que pica la curiosidad del visitante, atrayéndolo así a este bello pueblo que dista apenas 12 kilómetros de la vecina Aranda de Duero y 70 de la capital burgalesa.
De hecho, de la mano de sus caldos la villa forma parte de la conocida Ruta del Vino que la comunica -así como a sus visitantes-, con enclaves vecinos donde no faltan espacios que admirar y lugares donde disfrutar de la historia y la gastronomía de la comarca de la Ribera.
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