sábado, 19 de abril de 2014

El Monasterio

Nota de Agustín Alcalde -AGALAR- en Periodista Digital (18/04/2014). 

Para mí “el Monasterio” tiene un nombre: Santa María de la Vid. Está situado cerca de Aranda de Duero (ciudad de Burgos donde dentro de poco se establecerá un capítulo más de las “Edades del Hombre” en este caso con el título “Eucharistía”).
La historia del Monasterio al que me refiero se remonta a 1134 cuando en el Monte Sacro la Virgen recibió culto y fue visitada por peregrinos con la advocación de “Limpísima Concepción Madre de Dios”. Fueron, por tanto, los premostratenses que residían en estos lugares los primeros que defendieron en su escuela que María había sido “llena de gracia” desde su concepción. La abadía de Monte Sacro ha sido la primera casa y abadía dedicada en España a la virgen con este matiz. Cuando la abadía del Monte Sacro se trasladó a la margen izquierda del Duero con la advocación de Santa María de la Vid, el culto se mantuvo en Monte Sacro y luego se trasladó a la cueva del Vallejo. La primera imagen fue una sencilla imagen de madera.

En torno a 1300 se amplía la abadía de Santa María de la Vid por deseo de Sancho IV y cambiaron la imagen apoyados en el estilo y características como actualmente se puede ver en la iglesia de Zuzones con el título popular de Virgen del Monte. Además consta que un grupo de devotos en 1317 constituyeron una cofradía con estatutos propios; una renovación de los mismos data de 1487.
1522 es el año de expansión del monasterio de La Vid y como las peregrinaciones aumentaron y se mandó hacer otra imagen, se reformó la Ermita, se fundo el Hospitalillo y pasó a ser archicofradía. En 1809 por la prohibición de los franceses de Napoleón se prohíbe el culto. Luego, en 1865, los Agustinos Filipinos de Valladolid se hicieron cargo del Monasterio por decisión de la Reina Isabel II y el Obispo de Osma y desde 1991 “Nuestra Señora de la Concepción del Monte” tiene su propia capilla en el Monasterio (datos tomados de J. Serafín de la Hoz Veros).

Pero si volvemos atrás y nos situamos en el año 1288 hay constancia histórica de que Sancho IV decide ampliar la abadía que fundaron Alfonso VII y su hermano Domingo de Campdespina, canónigo premostratense, perteneciente por tanto a una Orden que ya tenía la Regla de san Agustín. Se encarga en torno a esas fechas una imagen de Santa María de la Vid a los talleres de Santa Catalina que existían en la catedral de Burgos. La imagen es de piedra y de un solo bloque, gótica en estilo, magistral en su apariencia (ha sido considerada “la imagen más bella de todas la Españas”). La iglesia gótica ya dispuso de esta imagen desde 1381 y es en la última década del s. XVI cuando se hizo el nuevo retablo de línea napolitana y la hornacina donde hoy reposa y que se engalanó con espejos tal vez en 1719, algo único en España. Como dato curioso: durante la primera quincena de julio de las 8,35 horas a las 8,45 de la tarde, el rayo de sol que penetra por el ojo de buey de la espadaña ilumina la imagen de forma espectacular. Lo que ha sido llamado “el Escorial de la Ribera” se configura poco a poco a través de los Premostratenses y los Condes de Miranda con residencia en Peñaranda. Desde entonces ya se puede dar a todo el complejo el nombre de “Monasterio Santa María de la Vid” son su iglesia, su coro y comedor, instalaciones de residencia, huerta y una amplia biblioteca.
La biblioteca actual del Monasterio dispone de 140.000 volúmenes, colección de manuscritos, incunables, facsímiles y abundante material de los ss. XVI,XVII y XVIII.

Pero lo más llamativo de todo lo presentado hasta aquí relacionado con el Monasterio es que el Monasterio de la Vid sigue vivo con un ritmo casi frenético. Desde él escribo estas líneas y conmigo, hoy mismo día de Viernes Santo, residen aquí, en estos días, más de 150 personas: familias enteras con sus niños, ancianos, jóvenes y agustinos que están celebrando la Pascua (la Pascua familiar) y acompañan también a los pueblos cercanos como Guma y Zuzones en estas fiestas tan cristianas para las gentes de fe.

Las mejores procesiones de estos días están por tanto aquí y no “se procesiona” por ninguna ciudad o calle, ya que las imágenes de Jesús, María y otras no necesitan ser trasladadas de lugar; sus fieles y devotos vienen aquí y teniendo como centro la imagen de Santa María de la Vid de 1,80 de altura, sentada y sonriente, con Jesús descansando en sus rodillas, se habla y calla y reza con serenidad y paz en Semana Santa.

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